viernes, 28 de agosto de 2015

Los mezquinos

Por Eduardo Corona

Durante los últimos quince años me he dedicado a estudiar una etnia muy curiosa, le llaman caucásicos, blancos o euroamericanos.  Esta tribu aborigen surge en las regiones norteñas de la tierra donde la regla general es la escasez.  El sol, la tierra, el alimento son escasos.  Los frutos son prácticamente inexistentes.  Para sobrevivir, estos salvajes se vuelven muy belicosos, luchan por cada centímetro de territorio, y desarrollan sistemas que deben ser cumplidos minuciosamente so pena de perecer y afectar a toda la tribu.  Esa lucha consuetudinaria por el alimento los hace maestros en la guerra y la violencia, crean armas, barcos... el sistema de dominación avanza y se estructura para demoler todo lo que encuentre a su paso.  De ahi pasan estas hordas salvajes de la dominación a la acumulación: con los largos inviernos de algo más de un tercio del año, los recursos también escasean, obviamente la llegada de un extranjero significa menos provisiones, repartir lo acumulado, significa empobrecimiento y posiblemente destrucción la tribu de blancos salvajes. Por eso repelen toda forma de innovación en la conformación de la estructura social.

Esta cultura al desarrollarse desde la violencia, la dominación y la acumulación sistemática, domina otros pueblos menos salvajes, invaden tierras donde todo es abundante y por lo mismo los habitantes tienen más tendencia a la creación de civilización y a una rica vida espiritual.  Los invadidos, conocen la guerra, pero no se han perfeccionado en ella, de hecho, la llegada de extranjeros es excitante: con la rica vida espiritual y científica de los habitantes sureños de la tierra, sienten curiosidad por conocer al recién llegado: ¿es dios? ¿es demonio?

Esa cultura llega hasta nuestros tiempos arrastrando una continuidad histórica y cultural de agresividad, acumulación y despojo. Tienen un sistema bien establecido que justifica sus crímenes y sus guerras; viven de la opresión y el abuso para despojar a todo aquel que tenga cerca.  

En pequeña escala, crean escuelas e iglesias donde pretenden enquistar su dominación a través del oscurantismo.  Esa cultura de la dominación y el despojo ha fomentado a través de los tiempos el esclavismo, plenamente justificado por la biblia.  La inequidad en todas sus formas: de género, étnico, racial, religioso. Han pasado del colonialismo, al keynesianismo y finalmente han logrado implantar el neoliberalismo en el mundo con la ayuda de un puñado de traidores.  Lo más lamentable es que esa cultura retrograda no ha evolucionado, sigue produciendo cicatrices en la humanidad; dictaduras de derecha o de izquierda y dominación bancaria para despojar a la raza humana de todo recurso disponible.

Es el momento de detener esos salvajes: nosotros llevamos en nuestros genes el espíritu aventurero, científico y esotérico, nosotros nos comunicamos con la tierra y nuestros modos de producción y distribución son socialmente y ecológicamente responsables.  El concepto de empresa social nació y se desarrolló de nuestra cultura.  La forma más eficiente de detener esas hordas de salvajes invasores es fortalecer nuestra cultura de abundancia y cooperación. Es el momento de dejarlos que la escasez les alcance y esa peligrosa cultura se desgaste por si misma, y de paso a las nuevas formas de convivencia social. La Economía Solidaria. ¿Estás listo para el #ParoNacionalOctubre14?


viernes, 14 de agosto de 2015

Verdades Peligrosas

Por Eduardo Corona

Hace algunos algunos años escuche decir por primera vez a un familiar en tono amenazante: "ahora que lo encuentre le voy a decir sus verdades". Desde entonces me empece a preguntar cuántas verdades hay. Poco después leía la expresión en alguna novela sudamericana: "y le voy a decir tres verdades".  Entonces la cuestión tomó un matiz más real; no solamente hay más de una verdad, sino que además hay un numero determinado de verdades, dependiendo de la persona, de la situación o del destinatario.

Y realmente nos damos cuenta que en México existen muchas verdades, todas las que necesite la gama de intereses, de eventos y de confabulaciones. La investigación policiaca o periodística, por ejemplo, tiene al menos tres verdades.

La primera es la verdad institucional que es la más cómoda. Esta "verdad" le da al supuesto investigador la oportunidad de congraciarse con el poder y en una escala más alta, hasta puede vivir ostentosamente gracias a ser portador de esa verdad oficial.  En esta clasificación se encuentran los pseudo periodistas que simplemente son oficinistas
de distribución de mensajes oficiales, que se encargan de mostrar una "verdad" diseñada para no lastimar las operaciones criminales del regimen. También el gobierno que es juez y parte en sus crímenes, tiene un séquito bien articulado de "criminalistas" para desarrollar fábulas tipo "verdad histórica"...

Otra de las "verdades" dentro de la investigación es la que por imparcialidad, pasión o impericia orillan al investigador a forjarse una historia llena de errores y mentiras involuntarias.  Es una "verdad" distorsionada que en nada afecta los hechos, sus consecuencias o los autores.  Esa "verdad" mítica involuntaria también es inofensiva, y acaso, menos costosa para los estados criminales. Por eso las academias de policía en México fueron desmanteladas sustituyendo a verdaderos criminólogos por grises burócratas mediocres, parientes y amigos de secretarios de estado, pero sin una gota de conocimiento del proceso de investigación.

Pero hay una "verdad" muy peligrosa; la que surge de la investigación, honesta, imparcial y minuciosa, es la que se acerca más a la descripción real de los hechos.  Esta verdad conecta todos los puntos y empieza siempre con la pregunta: ¿quién es el más beneficiado con este o aquel evento?  Esta "verdad" quema, y cuando el investigador se acerca a ella, se enamora, se aficiona tanto a ella que puede llegar a enviciarse, no puede dejar de seguirla, y sorprenderla en cada esquina de la ciudad y en cada rincón del departamento, esa es la verdad que empobrece al investigador y lo pone en peligro de muerte: el delincuente no quiere ser descubierto, compra voluntades, jefes de gobierno, pseudo periodistas, gendarmes, medios, mata, amenaza, persigue para que la verdad no sea conocida. Es la verdad que nos debe tantos hermanos asesinados, perseguidos, desplazados, torturados... Pero también es la verdad que nos dignifica y enaltece a nuestros caídos... ¿a quién perjudica más la verdad?