Por Eduardo Corona
Este concepto se oye demasiado radical y hasta parece fantasioso, digno de alguna de esas teorías de grandes conspiraciones, sin embargo parece que el neoliberalismo, a través de su estratega e implementador, el Fondo Monetario Internacional, mantiene criminalizado el trabajo y al trabajador.
En efecto, ya he abordado como las economías nacionales del modelo neoliberal mantienen paralizado el circulante en las reservas internacionales, cuyo fin último es proteger a los especuladores de la pérdida del valor de su dinero en caso de una devaluación o un esquema de inflación. Es decir, el dinero que debería estar invirtiéndose en proyectos productivos que generen empleos y verdadero crecimiento económico para la población se encuentran guardados en algún sótano, sin la posibilidad de ponerse en movimiento, más allá de los prestamos bancarios.
Es mucho más fácil y seguro ganar dinero por medio de la usura, donde el préstamo será devuelto al banco usurero en su totalidad con la ganancia de los intereses, que invertir esa misma cantidad en la compra de equipo de producción, por ejemplo, y trabajar duro para recuperar la inversión en este proyecto productivo con algún nivel de ganancias y antes de que la depreciación se coma el capital.
Así las cosas, el modelo neoliberal basa su "actividad económica" en los créditos bancarios tanto a los individuos cómo a las naciones. Es la mejor manera de ganar dinero holgazaneando y para ello esclavizan financieramente a los prestatarios a través de los intereses, con deudas eternas e impagables. Pero aún más: El FMI exige a los países prestatarios, aquellos que recibirán sus envenenados prestamos, que no hagan inversión social, a la cual le han creado la etiqueta de despilfarro con los medios masivos de (manipulación) comunicación y con los incautos que se creen la falacia del "libre mercado".
Es decir, no hay producción, ni inversión social en educación y tecnología, que podrían ser detonadores de crecimiento económico para el ciudadano común. Sin posibilidades de crecer, las economías nacionales se endeudan cada vez más para sobrevivir, esa es la razón por la cual el FMI obstaculiza con chantajes el crecimiento de las naciones, requiere pueblos hambrientos, y sin producción para que su única posibilidad de hacerse de ingresos sean los prestamos.
Y también por esta razón no permiten la generación de empleos y venden alegremente el cuento de que la migración toma los empleos de los habitantes de los países receptores, cuando es todo lo contrario, la migración al incorporarse a las actividades productivas,
empuja el crecimiento de la planta laboral y la independencia económica de los países y sus pueblos, ya que por cada empleo creado, se genera un número de puestos de trabajo indirectos. Esta es la primera criminalización del trabajador.
La eficiencia de este modelo radica en la estrangulación productiva, no solo se mantiene el empleo en un nivel mínimo a través de la desinversión productiva y social. También se le mantiene en un rango apenas suficiente para pagar los intereses de las deudas impagables. Y para hacerlo aún más lucrativo para los bastardos usureros financieristas, se inventan las guerras, se dice combatir las drogas cuando ese modelo de combate solo impulsa más las actividades criminales. Se ataca militarmente al migrante y se justifica con el cuento del robo del empleo, cuando en realidad se esta destruyendo la planta laboral y criminalizando al empleador: aquellas actividades que no tienen suficientes empleados para llevarse a cabo, ocupan usualmente al migrante indocumentado por la falta de una fuerza de trabajo legal, es decir, se criminaliza el trabajo. Finalmente se genera odio y más terrorismo pretendiendo atacarlo, por cierto, donde más se ataca el terrorismo es en aquellos países que buscan la independencia del monetarismo.
La avaricia y la ambición del FMI no sólo criminalizó el trabajo y al trabajador. A base de estrangular la producción y la generación de empleos, ha sido el generador indirecto de todas las actividades criminales a gran escala: narcotráfico, tráfico humano y de armas. Todo lo cual provee de excelentes pretextos para aumentar el gasto de los países en actividades no productivas: la guerra, el barril sin fondo.
En este apocalípsis laboral y humanitario la salida es más sencilla de lo que creemos, romper el ciclo bancario a través de impulsar el auto consumo, los créditos comunitarios y las micro cooperativas locales de compra y de producción. Es la oportunidad que tenemos para dignificar el trabajo, la raza humana y el planeta tierra. ¿Estamos listos para tomar el reto?
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