Por Eduardo Corona
Hace algunos días tuvimos la oportunidad de reír otra vez con el deleznable espectáculo del debate presidencial estadounidense. Pudimos constatar que la degradación de la clase política nos afecta no solo en los países pobres sino también el imperio sufre los daños colaterales de la adicción a los medios sensacionalistas.
En los medios políticos no se quiere escuchar propuestas, ni aburridas estrategias. Vimos el reinado de la estupidez y la emoción en su máxima expresión. Pero tanto Trump, como Peña, pasando por Hollande y Macri, todos son resultado del formidable marketing político-emocional que convirtió la presidencia del imperio en un "talk show" al estilo Jerry Springer o una telenovela rosa y plañidera al estilo televisa.
Odiamos o amamos a nuestros candidatos no por sus propuestas o su experiencia política, sino por su apariencia y bravuconadas. No nos interesa que el presidente sea un "lector ávido" decía la chayotera Micha ante el ridículo del asesino Peña Nieto por la imposibilidad mencionar tres libros que le hubieran influido no solo en su vida de persona común, sino cómo escritor ¿alguien recuerda que su presencia en la FIL era para presentar "su" libro?
¿Quién tiene la culpa de estos mamarrachos? La "tele" también nos ha enseñado a victimizarnos y culparnos de la corrupción política y social originada en los mismos medios que nos acusan. Somos como la victima de violencia doméstica, siempre culpada por el agresor y por si misma después de los episodios violentos. "Si me puso una madriza, pero es que no entiendo"... "Si tenemos de presidente al chacal Peña Nieto, pero es que la corrupción somos todos"...
Y así, nuestros grandes educadores, los medios sensacionalistas, nos enseñan a culpar y a culparnos haciéndonos creer que no hay soluciones posibles. ¿Si hoy te dijera amable lector, que la solución es más sencilla de lo que parece? ¿Qué nosotros somos el gobierno y no "esa" gente?
Tenemos dentro de nosotros el gen de la supervivencia y de la evolución, hay que activarlo para reencontrar el camino del desarrollo, del bienestar, del pacto social que esta podrido de tanto manosearlo el neoliberalismo. Aun hay gente que clama la "mano invisible" del "libre mercado" que regula y balancea la economía como si esto no fuera la peor de las utopías.
Reclamamos que alguien haga algo, pero ellos, porque nosotros tenemos que narcotizar nuestras neuronas con la "Rosa de Guadalupe" o #LadyCuernos...
Toda tarea es importante, toda acción suma por pequeña que sea. Hoy es el día. Basta de quejas, empecemos el camino...
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