Es el 2 de
noviembre y el tiempo se cubre con el olor a flor de cempasúchil, huele a mole,
a pulque, tequila, cigarro de hoja, huele también a las veladoras y al polvo de
los santos y las viejas fotografías que rememoran aquellos que se fueron a
preparar el camino al para los que los alcanzaremos más tarde; pero no los
olvidamos, aquí está su comida favorita, su bebida, su música, sabemos que el
camino de regreso del Mictlan es largo y por eso los festejamos como quien se
enfiesta al regreso de un largo viaje, las parroquias de todos santos también
huelen a pólvora de los cohetones que se alzarán por los cerros llamando a misa
para la fiesta de los fieles difuntos, Día de Muertos, explotarán en lo alto
con su estruendo trémulo y ensordecedor, celebran a nuestros muertos y a
nuestros vivos, llaman para la consagración del santísimo durante la misa y los
colores del cielo imitan los colores de la mesa que les hemos preparado para
que se alegren con nosotros: banderas de papel picado, con calaveritas de
azúcar y pan de muerto y ocasionalmente también la Catrina para que no se nos
olvide que algún día la doña también vendrá a recogernos…
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