Por Eduardo Corona
Hace algunos algunos años escuche decir por primera vez a un familiar en tono amenazante: "ahora que lo encuentre le voy a decir sus verdades". Desde entonces me empece a preguntar cuántas verdades hay. Poco después leía la expresión en alguna novela sudamericana: "y le voy a decir tres verdades". Entonces la cuestión tomó un matiz más real; no solamente hay más de una verdad, sino que además hay un numero determinado de verdades, dependiendo de la persona, de la situación o del destinatario.
Y realmente nos damos cuenta que en México existen muchas verdades, todas las que necesite la gama de intereses, de eventos y de confabulaciones. La investigación policiaca o periodística, por ejemplo, tiene al menos tres verdades.
La primera es la verdad institucional que es la más cómoda. Esta "verdad" le da al supuesto investigador la oportunidad de congraciarse con el poder y en una escala más alta, hasta puede vivir ostentosamente gracias a ser portador de esa verdad oficial. En esta clasificación se encuentran los pseudo periodistas que simplemente son oficinistas
de distribución de mensajes oficiales, que se encargan de mostrar una "verdad" diseñada para no lastimar las operaciones criminales del regimen. También el gobierno que es juez y parte en sus crímenes, tiene un séquito bien articulado de "criminalistas" para desarrollar fábulas tipo "verdad histórica"...
Otra de las "verdades" dentro de la investigación es la que por imparcialidad, pasión o impericia orillan al investigador a forjarse una historia llena de errores y mentiras involuntarias. Es una "verdad" distorsionada que en nada afecta los hechos, sus consecuencias o los autores. Esa "verdad" mítica involuntaria también es inofensiva, y acaso, menos costosa para los estados criminales. Por eso las academias de policía en México fueron desmanteladas sustituyendo a verdaderos criminólogos por grises burócratas mediocres, parientes y amigos de secretarios de estado, pero sin una gota de conocimiento del proceso de investigación.
Pero hay una "verdad" muy peligrosa; la que surge de la investigación, honesta, imparcial y minuciosa, es la que se acerca más a la descripción real de los hechos. Esta verdad conecta todos los puntos y empieza siempre con la pregunta: ¿quién es el más beneficiado con este o aquel evento? Esta "verdad" quema, y cuando el investigador se acerca a ella, se enamora, se aficiona tanto a ella que puede llegar a enviciarse, no puede dejar de seguirla, y sorprenderla en cada esquina de la ciudad y en cada rincón del departamento, esa es la verdad que empobrece al investigador y lo pone en peligro de muerte: el delincuente no quiere ser descubierto, compra voluntades, jefes de gobierno, pseudo periodistas, gendarmes, medios, mata, amenaza, persigue para que la verdad no sea conocida. Es la verdad que nos debe tantos hermanos asesinados, perseguidos, desplazados, torturados... Pero también es la verdad que nos dignifica y enaltece a nuestros caídos... ¿a quién perjudica más la verdad?
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