Por Eduardo Corona
Para nadie es desconocido que los verdaderos perdedores de la ¨Revolución Mexicana¨ fueron: el pueblo más pobre, el explotado, el que sirvió de carne de cañón para ¨la bola¨, como realmente fue conocida esa guerra civil entre la gente de aquella época, y en última instancia los líderes carismáticos que estaban más cerca de las bases, y que habían surgido espontáneamente de las mismas.
Y es que realmente, los soldados "revolucionarios" que vencieron a los federales no tenían ni la menor idea de que estaban envueltos en una lucha social, realmente este pueblo empobrecido, oprimido, envilecido, lo único que estaba haciendo era tomar revancha de la élite...
Por eso a Zapata y a Villa les queda grande la silla presidencial cuando llegan al Palacio Nacional; la incomodidad que sienten es la falta de un proyecto de nación. Ellos sólo habían catalizado el deseo de venganza de los campesinos, pero al encontrarse de frente con la verdadera sede del poder se impresionan, se atemorizan y dan marcha atrás.
Después el oficialismo se encargó de encontrar y rescatar una ideología para darle un matiz romántico a esta revolución temprana y de algún modo se inyecta en algunos segmentos agrarios, que sin embargo, siguen siendo minoritarios; la gran mayoría de la clase explotada sigue permaneciendo alejada de un verdadero proyecto nacional.
Después vinieron Carranza, Obregón, etc. que terminarían por englobar, verticalmente, la lucha en una ideología intelectual que, aunque con muy buenas intenciones en algunos casos, solo recoge las ideas progresistas de un sector minoritario para aquel entonces que es una clase media alta con alguna educación, pero que también, acaso inconscientemente, mira con desprecio a esas bases agrestes y rudas que pusieron su sangre para la expulsión de la dictadura... no más...
Los verdaderos ganadores de la entrecomillada "Revolución Mexicana" fueron aquellos heroes carismáticos que supieron impulsar, catalizar y canalizar el descontento en una revancha de los esclavos en contra de los ricos, por eso el saqueo y las violaciones, por eso la falta de un proyecto comunitario consistente.
Hace más de un siglo del inicio de aquella justa. Hoy en día existe un descontento, otra vez, de la población más explotada, que a diferencia de aquella de principios de siglo, tiene mucho mejor nivel académico, pero que gracias a la iglesia, los medios masivos y los "corridos", no es menos ruda y agreste que la carne de cañón de "la bola".
La narco-cultura, nuevamente, recoge la inconformidad y el descontento social y crea su propia revancha. Idiotizada, la clase sin medios, idolatra a aquellos delincuentes que se revelan abiertamente contra el gobierno y el sistema depredador establecido, sin saber que esos ídolos también los desprecian y los mantienen secuestrados en la ignorancia y la estupidez, sin un camino claro y mucho menos un proyecto social.
Los señoritingos del narco se benefician con el deseo de cambio de una juventud que, nuevamente, está enojada como aquella de principios de siglo, pero que no sabe que hacer con su enojo y se enrola en el ejercito de sicarios cuyas vidas no valen más allá de doscientos pesos. Esa juventud que es ignorada, despreciada y explotada desde Los Pinos, El Congreso o la guarida del narco... lo mismo da.
Se sigue llamando a un paro nacional, o a la deposición del sistema. Se sigue insultando a los "agachones" mexicanos por cobardes y apáticos. Desde la arrogancia académica e ideológica se sigue vapuleando al mexicano medio, que vive narcotizado por los medios, el fútbol y la virgencita de Guadalupe; lo culpan de la falta de sensibilidad de las propias organizaciones.
Una verdadera "Revolución Mexicana" será aquella que empiece con el cambio de mentalidad, con una educación emocional consistente que saque a todos los mexicanos del atrolladero adictivo de la ignorancia y realmente los empodere, primeramente, y en seguida les impulse hacia una micro organización comunitaria que paulatinamente se convierta en el estilo de vida y que desemboque en un proyecto nacional. ¿Podemos empezar a hablar el lenguaje del pueblo o nos seguiremos insultando?
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